Movimiento del cuerpo humano ante un siniestro vial

Por el Lic. en Accidentología y Prevención Vial
Lic. Carlos Díaz Filgueira

 

La importancia del uso de los SRI (Sistemas de Retención Infantil) y el cinturón de seguridad

            Cuando un vehículo circula a 40 km/h, todo lo que transporta dentro de su habitáculo (y fuera también) circula a 40 km/h. Cualquier objeto, persona o mascota se está moviendo a esa velocidad que, traducida a números más realistas, puede decirse que “eso” se está trasladando a poco más de 11 metros por cada segundo de tiempo. Exactamente lo mismo pasa con una motocicleta, bicicleta o cualquier medio de transporte. Si ese vehículo se detiene abruptamente -por una colisión frontal por ejemplo- lo allí trasladado intentará continuar con la velocidad portada, aunque puede que esto no ocurra, dado que se topará con elementos que se lo impidan. Los órganos internos de un ser humano querrán continuar también con esa velocidad; su sangre, el cerebro, el estómago… todo impactará con lo más próximo que tenga (la caja torácica o las paredes internas del cráneo, por ejemplo).

            El físico tendrá impactos contra elementos duros dentro del vehículo. Incluso si el cinturón de seguridad está correctamente abrochado, el cuerpo tenderá a realizar el mismo movimiento, sólo que esta vez será detenido inmediatamente; los órganos más importantes del tórax sólo sufrirán un movimiento corto, fuertemente desacelerado, pero con casi nulo espacio para un daño letal y la reacción contraria. La cabeza se irá esos 11 mts/seg. hacia adelante ayudada por los músculos del cuello y su movimiento de rebote será amortiguado por el apoya-cabeza que impedirá o reducirá un daño cervical. Comúnmente no se piensa todo esto al subir a un vehículo, pero puede resultar gráfica la escena a los fines de entender la física de los cuerpos cuando éstos son desplazados súbitamente de su trayectoria uniforme o de su reposo.

            Supongamos que un vehículo recibe un impacto lateral por parte de otro en una intersección urbana. Está hecho… el vehículo está siendo dañado exteriormente y ya no hay chances. Entonces: ¿Qué reduce las consecuencias del daño recibido?:

Que el segundo impacto dentro del habitáculo no se produzca o, en el mejor de los casos, que los órganos internos del ser humano recorran la menor trayectoria posible.

            Los elementos de retención de los cuerpos humanos son la clave. Para los adultos o niños/as de más de 1.5 metros, se los llama cinturón de seguridad. Para el resto, son Sistemas de Retención Infantil (SRI). Retienen en un lugar específico y seguro a los ocupantes de un habitáculo que también está preparado para actuar ante cualquier impacto o vuelco. Todo esto para que esa persona no choque su cuerpo contra el volante u otra persona allí adentro, o contra el interior de las puertas o el parabrisas.

            Aun a baja velocidad, el impacto suele ser inesperado. La energía recibida no puede evitarse, aunque se esté preparado. La idea de los sistemas de retención para adultos o menores es que retengan el torso desde 3 puntos de sujeción: un hombro y los dos extremos de las caderas, protegiéndose así a los órganos vitales. Los brazos y muslos quedarán con algo de movimiento ante un impacto y los antebrazos y manos, y pantorrillas y pies, tendrán movimiento dado que no se podría conducir o llevar un viaje placentero si estas extremidades quedaran inmóviles todo el rato.

            Esto último descarta la idea de transportar un menor de edad en brazos dentro de un vehículo. Ni siquiera con las mejores intenciones, o preparándose para recibir un impacto, la fuerte sujeción de un bebé en brazos por parte de un adulto es insuficiente ante la energía recibida tras una colisión ya que le hará perder el control de lo que tiene en sus brazos.

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