Caer en un típico lugar común sería: Las mujeres conducen mejor que los hombres… Más de la mitad de los accidentes de tránsito en Argentina tienen como protagonista a los hombres… Las mujeres son más delicadas y atentas que los hombres, es por eso que conducen con más reparos en la vía pública… etc., etc. ¡Todas estas son verdades, claro! ¿Quién no escuchó sobre esto?
O sin ir más lejos… ¿No produce cierta simpatía y seguridad subir a un colectivo o taxi conducido por una mujer? ¡O que después de una cena donde hubo alcohol entre comidas, la que te acerque “de onda” hasta tu casa sea una chica que esté en condiciones para manejar!
Está más que claro que la mujer aporta más seguridad que un hombre frente a un transporte, esto no es garantía de que no suceda algún tipo de siniestro, sino que aporta, transfiere o causa cierta sensación de seguridad y control, o si se quiere…de beneplácito. Estará en nuestros genes humanos, supongo, un sentimiento de protección el ver que el control de un ómnibus con 20 pasajeros sentados y otros tantos parados esté al mando de una señora o señorita.
A no confundir con destreza, riesgo, maniobrabilidad o rapidez. No digo con esto que la mujer no posea estas características, sino que, en la mayoría de los casos no son cualidades propias de ellas, por lo menos a la hora de sentarse frente a un volante, no las sacan a relucir. Lamentablemente esas son cualidades más cercanas al sexo masculino, eso de ir abriendo camino entre vehículos, optando por maniobras un poco más “finas”, dejando separación muy corta entre rodados y teniendo distancias inapropiadas de marcha, propias de conductores impacientes o arriesgados.
Diferentes estadísticas de otros países del mundo, ubican también a las mujeres como actores más responsables a la hora de conducir, significando que no es sólo una característica de nuestras tierras.
Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial hasta Agosto de 2015 la proporción de géneros al volante es 73% a 27% a favor de los hombres. El hecho de imaginarnos nuestro tránsito con un porcentaje inverso al actual, da que pensar lo diferente que se vería el comportamiento de los rodados en las calles.
No solo entre ellos, sino también en actitudes respetuosas para con los peatones y ciclistas. Ni que hablar del manejo de vehículos de gran porte, como camiones o micros de larga distancia. ¿Por qué no, la exención y/o descuento por parte del Estado, de impuestos a aquellas compañías transportistas que contraten a su flota, mano de obra femenina. Suena un poco utópico el deseo, pero para nada inalcanzable.
Con la conquistas de igualdad que surca estos tiempos en materia de género, no es descabellado pensar en un futuro con más conducción femenina, como para poner un manto de respeto y seguridad en
nuestros caminos. Quizás no sea una solución definitiva pero sin dudas ayudaría que los hombres vayamos cada vez más a lavar los platos y ellas a conducir.
Federico González
Licenciado en Accidentología y Prevención Vial
investigacionaccidentologica@isprevi.org