por Carlos DÍAZ FILGUEIRA
Presidente ISPREVI
Octubre 2021
Con la llegada de la primavera, en esta región continental de Sudamérica, la inestabilidad climática nos somete a precipitaciones de distintas intensidades.
Las lluvias incrementan los factores de riesgo en el tránsito. Si consultamos estudios de estos fenómenos, podremos asegurar que el riesgo de sufrir un siniestro de tránsito aumenta el 70 % cuando llueve. Solemos decir que es más peligroso conducir con lluvia, pero la clave no está en que el asfalto este seco o mojado con la consecuente pérdida de adherencia de los neumáticos, sino en la reducción de la visibilidad que se produce.
Y ahí tiene un papel determinante el estado en que llevamos el limpiaparabrisas y las escobillas.
Técnicamente, definimos al elemento como el mecanismo que, moviéndose de un lado al lado, aparta la lluvia y la nieve, que cae sobre el parabrisas, la luneta trasera o los faros de un vehículo.
Tal cual lo concibió Mary Anderson (Alabama, 19 de febrero de 1866 – Monteagle (Tennessee), 27 de junio de 1953)promotora inmobiliaria, ranchera y viticultora estadounidense quien en una visita a la ciudad de Nueva York en el invierno de 1902, tomó el tranvía y notó que en todo el recorrido el conductor debía detenerse y salir continuamente a limpiar la suciedad, el agua y el hielo que se impregnaban en el parabrisas; también observó que dejaba las ventanas semiabiertas debido a las dificultades para mantener el parabrisas limpio. Eso hacía perder tiempo al propio conductor y a los viajeros. Un día después del primer paseo buscó un diagrama del dispositivo de barrido elemental. Cuando regresó a Alabama, donde residía, contrató a un diseñador para que fabricara un dispositivo de accionamiento manual para mantener el parabrisas limpio y consiguió una compañía local para que produjese un modelo de trabajo. En noviembre de 1903 se le concedió su primera patente para un dispositivo de limpieza de parabrisas controlado desde el interior del vehículo.
Las escobillas limpiaparabrisas son un elemento clave en la seguridad del vehículo. Sirven para evitar problemas generados por falta de visibilidad, ayudando a eliminar cualquier residuo que puedan reducir la visión a través del parabrisas.
Cuando llueve, hay menos luz ambiental y, además, las gotas de agua en el aire reducen la visibilidad horizontal. Asimismo, la lluvia modifica drásticamente el entorno visual de los conductores, especialmente de noche: entre otras cosas, filtra parte de la luz de los faros y reduce las zonas iluminadas, cambia la luz que se refleja en la carretera, reduce las propiedades reflectantes de las marcas viales, disminuye el contraste entre objetos y fondo y cambia la percepción visual de ciertas superficies. Todo esto, sin resaltar que durante la noche la visión periférica del conductor se reduce al área delante del vehículo iluminado por los faros.
Lo más peligroso es que la lluvia afecta a la capacidad del conductor para ver a través del parabrisas: incluso con éstos en funcionamiento, las gotas de agua en el cristal distorsionan la luz (no es una capa uniforme) y reducen el rendimiento visual del conductor. Todo esto se multiplica si el parabrisas tiene algún desperfecto (impactos, grietas, arañazos, etc.) o si las escobillas están en mal estado. En este último caso, cuando llueve, unas escobillas deterioradas dejan surcos de agua en cada barrido y, además, pueden rayar el cristal.
Por eso, se recomienda revisar tanto el estado del limpiaparabrisas como de las escobillas y sustituir estas últimas al menos una vez al año (más, si recorremos muchos kilómetros). ¡En general lo hacemos…no.!!!! Nos damos cuenta cuando nos sorprende la lluvia en una noche cerrada, en medio de un trayecto en la ruta y nos desesperamos… no vale la pena. Prevengamos.